Ninguno de estos cambios climáticos, tremendos por otra parte, ha estado causado por la actividad humana. El estado del miedo ¿Se acuerdan ustedes del “agujero de ozono” en la Antártida, que dejaba ciegos a los pingüinos y a las focas, y que iba a destruir el mundo? Pues ni había agujero, ni dejaba ciego a nadie, ni nada de nada.